- No hay
caso. Por más que lo intento no me sale.
Mira que
le pongo voluntad. Hago todo tipo de esfuerzos, y no va.
Cualquier pelotudo sueña con pájaros, pero yo no puedo.
Leí
libros de ornitología antes de dormir, he visto infinidad de documentales de National Geographic, hasta sé de memoria
Juan Salvador Gaviota.
Todos
esfuerzos estériles, inútiles.
He
soñado con barcos, con oficinas públicas de pasillos eternos, con voluptuosas
ninfas de pechos fulgurantes, con una puerta abierta al final de una escalera,
a la que llego después de subir con mucho esfuerzo, y cada vez que estoy a
punto de descubrir que hay del otro lado,
me despierto. He soñado que me soñaba soñando que soñaba. Soñé con
Calderón de la Barca, con el doctor Freud y con Martin Luther King. También
soñé con trompos. ¿Qué tienen que ver los trompos?
Pero con
pájaros no puedo soñar.
Una vez,
en la escuela primaria, a la maestra, la señorita Clotilde, se le ocurrió
preguntar ¿Qué soñaron anoche? Yo no me acordaba. Pero Miguelito, que se
sentaba detrás de mí y siempre me copiaba, muy suelto de cuerpo contó que él
corría por la playa y cientos de pájaros volaban a su alrededor. A la maestra
le gustó tanto, que nos hizo dibujar a todos el sueño de Miguelito. Desde ese
día intento soñar con pájaros y no
puedo.
Por eso,
finalmente conseguí este empleo. Soy el cuidador del Faro de Punta Piedras, un
pueblito perdido del sur, donde las gaviotas y los cormoranes son mi única
compañía.
Los días
de calor y no tanto, corro desnudo por la playa, con trozos de pescado en mis
manos. Así logro que las aves marinas me sigan en bandada, rodeándome y
remolineando a mí alrededor. Si alguien me viera, pensaría que estoy loco. No
es así. Solo estoy soñando.-
2 comentarios:
MARAVILLOSO RELATO ABEL, ME ENCANTÓ. ADELANTE. BESOS
¡saludos, abel!
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