domingo, 18 de mayo de 2008

DESDE ADENTRO (revista)

Escribimos siempre para alguien. Los otros aprueban o desaprueban lo escrito y componen nuestro mundo real frente a tanta inconsistencia.
Son como “sucursales” de uno mismo. Así se erige la construcción literaria inmersa en el espacio exterior “de uno mismo”, y entonces un taller es como un océano de naranjas pulposas desgajadas, que exprimidas en la tierra nos mancha.
Todo subyace bajo un título. Una palabra. Una frase. Espontáneo universo de los sueños. Espléndida maratón de las amarras. Recreo donde el alma expresa en libertad lo que la realidad diaria se empecina en ocultar. La expresión es una necesidad de todos, sólo que algunos encuentran el canal y otros se ahogan en sus propios talentos.
No hay vanidad ni afán de lucimiento, encontrar un camino de luz, quizás sueños de perpetuidad, esperanza de dejar alguna huella imborrable, orgasmo del espíritu.
Maravilloso mundo de letras que danzan en el pensamiento, una tras otra la mente las ordena concibiendo las palabras para gestar el verso que el cuerpo parirá, en poesía. Lugar donde la palabra dormida, sobre el papel, cobra vida propia.
Vibramos, transpiramos, planeamos, nadamos, pensamos…
Esta casa sin puertas ni ventanas, sin baños ni camas, sin cocinas ni empanadas, éste espacio es el habla. Habitamos en la literatura… esperando nacer.
Y en éste bastión está el adentro, reunión de imágenes auditivas, esclavizando el tiempo, quizás completando un libro de sucesos prodigiosos o en seducidas prosas de una verdadera tragedia como la de ésa bella flor que murió en primavera.


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