martes, 10 de julio de 2012

Tarea temario del taller: SIN RESIDUOS EN LA CAJA DE PANDORA por PATRICIA TORRES



Cada día hizo las mismas cosas que el día anterior, como si repetirlas fuese un acto idéntico, como si el lavarse la cara de un día fuese igual que el lavarse la cara de hoy o el del sábado en que amaneció con lluvia. Sintiendo el mismo agua que arrasa con las mismas lagañas. Picó las verduras para la sopa de todos los días, creyendo que el desgano era idéntico al de ayer, sin darse cuenta que era mayor al de ayer, pero menor al de mañana o al de pasado mañana. Lo único que veía crecer eran las marcas que cada noche hacía en la pared, su reloj de días más exacto, que le mostraba los transcurridos y los que aún faltaban. No podía darse el lujo de tener un reloj de horas, ya que hubiese sido un pasaporte a la eternidad, con un reloj de días, le era suficiente. Esperó sin saber que estaba esperando, y a la vez consiente que lo estaba haciendo. De tanta espera y marca sobre la pared, el lugar se redujo al espacio para una sola línea más. El arma sobre la mesa de noche marcaba la segura e indefectible pauta de que la mañana comenzaría en forma diferente.