miércoles, 30 de noviembre de 2011

PRESENTACIÓN DEL LIBRO DE DANIEL GRECO- ANÉCDOTAS DE CASABLANCA

    LECTURA DE FEDE TINIVELLA
    LECTURA DE ALEJANDRA RIOS

   DANIEL GRECO JUNTO AL TITULAR DE LA EDITORIAL CIUDAD GOTICA

jueves, 24 de noviembre de 2011

INVITACIÓN DE FABRICIO SIMEONI

Presentación de Poliedros- fotos del grupo- 3ra parte

  Marcela, Graciela, Sergio, Mila, Ma Cristina  y Hugo
    Marta Lastra, Felipe Antoniosa, Victor Garcia y Sra.
   Raul Giovagnoli,  Laura Ciccerone, Alejandra, Mabel, Mercedes y nuestro Coordinador: Fabricio
    Marta, Fabricio y Graciela.
    Sergio, Nati y Felipe
   Sergio, Nati, Lian, Mila, Graciela, Felipe y Victor
    Daniel Ifran, Graciela y Mercedes
    Graciela, Mila y Ma Cristina
     vista gral del publico asistente

    Laura Ciccerone (cantante) y Fabricio Simeoni-(coordinador-poeta-periodista)

martes, 22 de noviembre de 2011

FOTOS 2DA PARTE, PRESENTACION DE "POLIEDROS"


LIAN BENE
   NATALIA BIANCHI
   NORMA SALINAS
    RAUL GIOVAGNOLI
   ELSA GIRGENTI
   ALICIA GONZALES
   MERCEDES LAMAS
  CLAUDIA ACCOTTO
   LILIANA SAVOIA
    DANIEL SEISAS
  HUGO SELETTI

   
   PATRICIA TORRES

   GRACIELA ZECCA

sábado, 19 de noviembre de 2011

PRESENTACION DE "POLIEDROS" 12 DE NOVIEMBRE- DISTRITO NOROESTE- FOTOS 1RA PARTE


 "SAIDEIRA" NOS ACOMPAÑO CON SU MÚSICA Y LA VOZ DE LAURITA CICCERONE
PALABRAS DE NUESTRO COORDINADOR: FABRICIO SIMEONI

MESA DE LECTURAS: ALBERTO V. GARCIA- MARTA ELENA LASTRA Y MILA FILAS

ENTREGA DE DIPLOMAS Y LIBROS:
     FELIPE ANTONIOSA
    ELENA ARNE

     MILA FILAS
   MABEL DIAZ

     MARÍA CRISTINA BOERI

     SUSANA RADIA
     ALBERTO V. GARCÍA

   DANIEL E. GRECO

   SERGIO STEGMAYER

  ALEJANDRA RIOS

jueves, 17 de noviembre de 2011

Anticipo libro "POLIEDROS" Antología del Taller Literario "Los Lanzallamas"

Hoy: FABRICIO SIMEONI


Poema de la rigidez
Terso el sorteo se ramifica
en la curvatura de un oxímoron
y le devuelve al esqueleto el diván
escalofrío del silencio que paraliza
a mi madre en el mismo cuello
que le dio el responso de ortopedia
su sanidad en las balizas imaginarias
de impacto y vértebra.

Poema de la oxidación
El condominio celular resiste
ante el influjo transeúnte del alegato
que configura la arruga como prefijo
pávido de las cosas físicas.

Una defensa estrangulada a los sentidos
distantes del espacio allanado
sanciona la causa menos creíble
imputando a las cosas muertas.



con esta selección damos por terminado el anticipo de los textos publicados en el libro "POLIEDROS"
disfruten de ellos.

Anticipo libro "POLIEDROS" Antología del Taller Literario "Los Lanzallamas"

Hoy: GRACIELA ZECCA en El regreso a casa

                Cruzó en silencio el oscuro paraje. Los sonidos de la noche lo sorprendían. No tenía miedo sino curiosidad.
    Unos cuantos metros más adelante enormes médanos eran el pasaje hacía otro aspecto geográfico del lugar.
    El aire se sentía enrarecido le costaba trabajo respirar normalmente. Caminó sin tener noción del tiempo, a ciegas porque nada alumbraba su camino.
    Se sintió solitario, demasiado confundido quizás. Aunque desde el principio supo que estaba destinado a cumplir la misión. Los otros estarían orgullosos de ser ellos elegidos para tal fin. Tenía que demostrarles que no se habían equivocado con él.
    El frío del desierto le hizo disminuir los pasos. Buscó cobijo en vano. La arena lo cubría todo hasta entorpecerle la poca visión reinante.
     Decidió quedarse guarnecido en medio de unos médanos de poca altura.  Al menos era una solución aparente.
    Cuando despertó sintió arena hasta en lo más profundo de su boca. Volvió a tener la sensación de ahogo. Tosió fuertemente varias veces seguidas. El aire fresco volvió a circular por sus pulmones.
    Prosiguió la marcha una noche más. Ya seguro de estar en el lugar indicado según  las coordenadas geográficas que marcaba el aparato digital que llevaba en la muñeca. Había estudiado minuciosamente el recorrido, ya que después tendría que volver sobre sus pasos para huir en el vehículo que lo había trasportado a kilómetros de ahí.
    Allí lo aguardarían. Acercarse más implicaba el peligro de ser descubierto.
    Cuando llegó al monte el cielo era plomizo, como de duelo.
    Su reloj marcaba las tres pm. del viernes siete de abril.
    Escondido tras unas rocas pudo divisar un pequeño ejército que contemplaba las tres ejecuciones llevadas a cabo.
    Los refucilos alumbraban las tres siluetas recortadas en la lejanía. El silencio lo  inundaba todo para dar paso al grito del cielo que clamaba su desconsuelo.
    Cuando los soldados se retiraron,  un grupo reducido se acercó a uno de los ahí colgados. Un hombre procedió a bajarlo y cubrir su cuerpo con un manto de lino. Ya no tenía dudas, ese era el hombre que debía llevarse consigo.
   Esperó pacientemente, aún no era su turno de entrar en acción. Sigilosamente y sin ser visto persiguió a los que se llevaban el cuerpo sin vida hasta una cueva, la cual taparon luego de su salida con una piedra. Apostados en la entrada quedaron dos soldados con mantos carmesí, a  los que durmió lanzándoles gases paralizantes para luego entrar  sin ninguna dificultad, aún a pesar de la roca.
    Ya dentro de la cueva contempló el cuerpo tapado. Sacó de una bolsa que llevaba consigo unos aparatos que conectó al  muerto.
    Pocos segundos después sus ojos se encontraron. Dos océanos azules lo miraban sin murmurar palabra alguna. No necesitaban hacerlo, cada uno sabía exactamente los pasos a seguir.
    Le dio ropa para cubrir el torso semidesnudo y maltratado. El olor a sangre invadía el ambiente.
    Antes de salir del lugar, el de ojos azules le tomó las manos y le dio las gracias.
Sintió la vibración en todo su cuerpo y una luz blanca comenzaba a brillar alrededor de ellos.  Estaba satisfecho había recuperado a uno de los suyos.
    Ahora el camino seria largo, atrás dejaron el Gólgota y las tres cruces que la luna alumbraba como única testigo silenciosa del  regreso a su planeta.


Anticipo libro "POLIEDROS" Antología del Taller Literario "Los Lanzallamas"

Hoy: HUGO D. SELETTI en 314 Escalones

Cientos de escalones habían pasado debajo de mis pies, podía ver hacia adelante muchos más,  una escalera infinita, sentía curiosidad, sensación de gozo al poder descubrir qué me esperaba.
A mi izquierda y derecha, ésta se extendía sin fin.
Subí muchos escalones, y de pronto, cuando esa neblina que no me dejaba ver hacia adelante comenzó a  disiparse, ya sin peldaños por delante, descalzo, sentí la tibieza de la  madera, y luego la suavidad de una arena fresca, que se me colaba entre los dedos.
Cuanto más caminaba, la neblina se hacía menos densa, hasta que desapareció. Estaba parado frente a un mar de verde intenso, el cielo de celeste furioso, apenas manchado por nubes aisladas, redondas como la luna llena.
Volteé  mi mirada buscando la escalera, y en su lugar, había una tupida selva, giré hacia todos lados, sólo selva, arena y mar, ni un ruido, nada, del mar no llegaba el ronroneo de las olas, de la selva no venía canto alguno, tampoco sentía la brisa golpear mi cuerpo.
Empecé a caminar hacia el mar, quería tocar ese verde intenso, sentir su calor. A mi paso iban surgiendo desde la arena unos seres extraños, tenían dos inmensos ojos, redondos como platos, que le daban un aspecto simpático y gracioso, sus cuerpos eran cilíndricos. Cuando me quise acercar se hundieron en la arena, que se deslizaba sin dejar huella alguna.
Al  llegar al mar, pude caminar sobre él, aparecieron peces que rodaban sobre el agua. Eran de colores intensos, brillantes y algunos pastosos, sus formas pasaban desde un rombo, a círculos y a cuadrados,  con alas que parecían ruedas.
De repente, empezaron a volar aves sobre mi cabeza, me hacían un juego de recibimiento, dibujaban piruetas en su vuelo y se tiraban en picada a la arena desapareciendo en ella, pero apenas desaparecían empezaban a surgir nuevamente los cilindros ojudos, y detrás de ellos pelotas con dos patas cortitas y una boca que cubría todo su ancho.
El mar empezaba a agitarse. Las olas corrían en zigzag y sobre ellas delfines patinaban hasta llegar de panza a la arena.
Desde lejos vi venir un majestuoso carro conducido por una hermosa mujer, tirado por ocho caballos blancos de crines doradas, lo acompañaban dos aves con alas inmensas, que desplegadas, superaban los dos metros, guiándolo por el sendero entre la arena y el verde de la selva. Ellas llegaron antes y se pararon con sus alas tocando el suelo haciéndole guardia al carro que estaba por arribar.
Ella, me invitó a subir. Viajamos por mucho tiempo,  sin tocar el piso. Los caballos trotaban  a más de veinte centímetros de la arena, sus ruedas giraban tan velozmente que los rayos no existían y parecían dos aros suspendidos en el aire. Era hermoso,  de repente me di cuenta de que la bella mujer que lo conducía no estaba, que sus riendas se mantenían erguidas como si alguien las sostuviera, pero  no había nadie. Empecé a tener miedo. El mar seguía a mi derecha y la selva se mantenía a mi izquierda, por delante se confundían, era  la misma sensación que en la escalera.
Me recosté sobre el sillón mullido de plumas y almohadones de muchos colores, miré ese cielo de celeste extremo,  me dejé llevar por el placer, y me quedé profundamente dormido.

Presentación del libro de Daniel Greco- Anécdotas de Casablanca

FELICITACIONES DANY, UN LOGRO MAS DE UNO DE NUESTROS COMPAÑEROS DEL TALLER!!! ÉXITOS Y AHÍ ESTAREMOS!!

Anticipo libro "POLIEDROS" Antología del Taller Literario "Los Lanzallamas"

Hoy: DANIEL SEISAS en La verosimilitud       
El mayor grado de verdad al que pueden aspirar las ciencias humanas… ¿y qué?

¿No es verdad lo que digo? O, por lo menos ¿No es verosímil?
Disculpen estimados lectores (no sé por qué los estimo, ni sé si los estimo) por el tono un tanto chocante del título, lo que pasa que hace rato ya que siento que las ciencias humanas me mienten, y cada vez que expongo mis fundamentos me trenzo en discusiones que ¡Mama mía! Hasta me he agarrado a las piñas. Por eso es que estoy un poco a la defensiva y me parece  que ese “¿y qué?” al final del título está de más, pero ya lo escribí. Yo sé que se puede borrar, corregir, porque no es como cuando escribías a máquina que te confundías y tenías que tirar la hoja. Ahora lo seleccionas, le das al supr y listo. Pero la verdad es que no quiero borrarlo porque estoy caliente todavía. Y no estoy caliente con los capos de las ciencias humanas, qué sé yo… Freud, Marx, Pavlov, Levi Strauss, Wrangler, Durkheim, Darwin… No. Con ellos no, sino con los perejiles que los defienden porque se piensan que uno no es capaz de entenderlos, y te los explican. Y te los explican mal. Los tipos estos, los caporale, estaban convencidos de lo que decían, del resultado de sus investigaciones, de sus inventos y de sus aparatos conceptuales, así que les doy la derecha aunque… para mí, estaban equivocados. Y cuando digo esto, saltan los perejiles y te agreden, te tratan de ignorante, de facho, de zurdo de mierda, de positivista, de nihilista, de mormón, de maoísta, de peronista, y qué sé  yo de cuántas cosas más. Pero no les doy bola. (continua)
(fragmento)

Anticipo libro "POLIEDROS" Antología del Taller Literario "Los Lanzallamas"

Hoy: MARCELA PROTO



Danzo con mis pensamientos, me entrelazo con el árbol de la vida, acaricio mis recuerdos y me sumerjo en la melodía que fluye desde el abismo del espacio, giro con el ritmo del canto de los pájaros y mi alma grita su sueño de libertad.
La angustia que la aprisionaba ya no se estanca en el centro de mi pecho.  Sólo respiro y ella huye.  Sonrío y sigo danzando con mis pasos calmos sin permitir que nada ni nadie me detenga.


Anticipo libro "POLIEDROS" Antología del Taller Literario "Los Lanzallamas"

Hoy: YESICA OLMOS en:  El niño y el cuervo

Cruje el estómago, sus labios 
agrietados y sus ojos húmedos 
miran hacia el cielo y sueñan 
con un hogar tibio y un plato de 
comida; con una mirada desoladora
observa su pequeño cuerpo
que no logra sostenerse en pie.
No tiene su juguete, a mamá
se la llevó un ángel ayer, y
papá está enfermo  casi sin
poder respirar; él sólo quiere que 
su madre le cante una canción y lo 
arrope entre sus brazos para ya no
sentir esa gran soledad.
Se asoma la noche, en ese
desértico lugar, el silencio lo
envuelve y mientras tiembla en 
lágrimas, teme no volver a abrir sus 
ojos mañana; la piel y el hueso 
derraman su último respiro, e
pequeño cuerpo se derrumba en 
el suelo, ya no se oyen los latidos de 
su corazón guerrero.
Un ángel mece entre sus alas a su
pequeña alma, se la lleva a un cielo en 
el que no habrá hambre ni dolor.
Un cuervo se posa frente a su
cuerpo, intentando romper su frágil
piel, un alma más que un ángel vino a
buscar; Dios tapó sus ojos e ignoró el 
grito, y sólo abre sus puertas recibiendo a
esas inocentes almas.
Tantos niños que sufrieron una cruel
realidad, siendo que se merecían
toda un vida y mucho más; y ni estas 
inútiles lágrimas,  ni este profundo dolor 
me harán entender los ojos ciegos de Dios.


Anticipo libro "POLIEDROS" Antología del Taller Literario "Los Lanzallamas"

Hoy: CECILIA JACOBO en:  Frágiles mujeres rompiéndose (cuento V)




Cansada de gritar sin gritos los tómame o déjame, harta del aturdir con palabras no creídas, agobiada por pensamientos increíblemente alternativos en lo laberíntico; ella, quien hacía demasiado tiempo había comprobado el triángulo de amor-desamor, se metió a pie en un túnel sin espacio que la arrastrara a un oscuro universo. Fue entonces que decidió seleccionar un camino de los todos recorridos. Se aseguró de matarlo y se animó a matarse.

Anticipo libro "POLIEDROS" Antología del Taller Literario "Los Lanzallamas"

Hoy: DANIEL IFRAN en Evasión sin amarras

Espero tu mensaje impaciente.
                     Sólo unos dígitos para hablarte.
Te imagino... en pollerita, escribiendo,
bronce tus piernas.
Cruzando la calle, pantalones ajustados.
Imagino... tomando un café en un ignoto bar,
mirando desde una ventana, al pasado,
este presente, mirándonos.
Quiero que me llames.
Camino cargado, sin peso aparente.
Hereje culposo.
Rodo, el caballero gallardo, ahora sin armaduras.
Rescátame de tediosas tardes inútiles, tardes responsables.
Llámame... pacto sin tinta, horizontes o ataduras.
Inventemos otros amores
Intuyo... que sabes volar.