miércoles, 10 de septiembre de 2008

El pasado, ese ahora por Daniel Ifrán

No comencé esta guerra, pero estoy en ella. Si es que fui llevado a ese, o este infierno, no lo sé. Espanto al despertar sudoroso, malditos aullidos constantes, saltos sobre la cama, mirada llorosa hacia la nada, sin respiro, acosado por noches gélidas, sumergido en angustias interminables.
Niego, pero sigo ahí. Huyo, igual me posee. Esos gritos, súplicas que nadie escuchó. Primero el engaño, luego el secuestro, resultó fácil. Viejos anhelos se convierten en realidad, resultante del goteo constante de horas perseverantes cuyo resultado es… asomarse al pasado y curarlo, enmendarlo, vengarlo, reírse hasta vomitar en su cara.
Camino lento, circunvalo al hombre sentado a la fuerza en la silla, atado de pies y manos, ojos tapados, oídos abiertos como recomienda la vieja usanza, es necesario escuchar. El condenado no habla, ¿para qué? Tampoco se queja, comprende la falta; para algunos, el pecado. Sigo girando lento, paso tras paso, camino somnoliento, brazos hacia atrás, manos apenas enganchadas por dedos sobre la espalda a la altura de la cintura. El sol como centro, reminiscencias de aztecas, ahí está en su silla eléctrica, emitiendo un calor abrazador, soporífero, asqueroso. Despidiendo rayos, ondas, magnetismo, explotando; metiéndose en mí, traspasando todo a su paso. Sin embargo, girando a su influjo. Bajo a escucharme, no puedo precisar si transcurrieron horas o minutos, por momentos hablo o insulto, maldigo… Basta, el final se acerca.
Años viviendo esto, que todo siga su curso, que transcurra lo previsto.
Paso por atrás del tipo, rondo su espalda, bajo el cono de su sombra, el estilete envenenado, emponzoñado por miles de manos se hunden en su nuca… Hijo de mil putas…
No saltó ni derramó sangre, solo lo necesario. Minutos después, la cabeza cuelga hacia delante… Las ratas del sótano terminarán la tarea. Al cerrar la puerta del galpón creí tener palpitaciones, al doblar la esquina del barrio las presunciones de un tenue malestar se diluyeron, ¿seguiré teniendo sueños?
De ahora en más, los mirarán de otra manera “a ésos” atadores al desnudo sobre camas sin colchón.
Los días transcurren con normalidad…