miércoles, 10 de junio de 2009

EQUIPAJE (poema) de CRISTINA ZAMORA



EQUIPAJE

Tomo mis cosas y salgo a caminar.
La noche se abre como un abrigo,
hago coronas del humo de mi cigarro
dejo crecer la noche en la ciudad
que duerme.

El viento vacía sus brisas en mí.
Creo que mi equipaje es de ceibo y jazmín,
pienso en tus ojos azules como el alba
sigo tus huellas tenues en las veredas mojadas
regadas por el rocío.

Voy buscando en mi memoria
tus manos y tu boca, que me acunan,
me queman y me cantan.

Cristina Zamora.

martes, 9 de junio de 2009

Artículo trasnochado, escrito sin ningún rigor científico, sin criterio y sin vergüenza- de DANIEL E. GRECO

(fragmentos del “Selecciones” del River Deepest)

Fétidos olores
A Hugo Seletti

Con mi esposa, viajamos apresuradamente a Singapur con nuestras vestimentas que nos señalaban inconfundiblemente como turistas. Yo, con un ridículo sombrero de explorador de corcho, mi mujer, con una colorida capelina tejida de hilos de nylon.
Nos dirigimos a la orilla de un maloliente río y vimos a una pareja autóctona de edad indefinida, entre 25 y 74 años, pescando con red unos indeterminables especimenes. Antes de lanzar la red, vimos que la rociaban con un frasco aerosol que, con cada emisión, impregnaba el cálido aire matinal de un olor “flechero y azufrado a orine gatuno” mezclado con aguas servidas. Al inquirirle a la mujer por el producto, primero me miró sin comprender y después, entornando aún más de ser posible sus ya rasgados ojos, exclamó lacónica, imcomprensiblemnte:
- ¡Extlacto de ballena del olto!

Zamba de “ooptitejuoo”

Volviomos al hotel y, pretextando unos desarreglos estomacales, mi esposa se encerró bajo siete llaves en la habitación para no volver a emerger hasta la hora del crepúsculo. Yo me repatingué en un cómodo sillón del “lobby” del hotel a ojear unos ejemplares de “magazines” en varios idiomas desparramados sobre una mesita ratona, mientras me iba adormeciendo. Leí apresuradamente, a quemarropa, a bocajarro, un nombre en el título de uno de ellos. Me estaba quedando dormido. Pensé: “Es ella. ¡Claro! Por eso le imprimió a sus apariciones en algunas redes sociales de internet un paréntesis. Se está dedicando al folcklore. Luego leí mejor: “Melania Pérez”. Comencé a roncar.

Reciclaje desde la edad de piedra

Casi me despertó unas reyerta entre una señora y el conserje sobre una abultada boleta de gastos de hotel subrayada con un exorbitante ítem de “servicio a la habitación”. Con los ojos casi inintecionalmente abiertos fijé la vista sobre la ilustración de un artículo que mostraba unos leños (logs) rodando hacia un incierto derrotero y pensé, ya en la duermevela, “¡por fín un artículo de divulgación científica que explique el inusual principio de aceleración del Troncomóvil! Pero no; era un artículo sobre la fabricación del papel. Permanecí así dormido, con la revista puesta de sombrero, roncando con la boca abierta y una mano apoyada en la entrepierna hasta que se dignó despertarme un mozo del hotel, “cetrino, flexible y jacarandoso” para sugerirme que hiciera bajar a mi esposa para compartir la merienda.

lunes, 8 de junio de 2009

ATARDECER (poema) de CLAUDIA ACCOTTO


ATARDECER

Lentamente muere la tarde.
Me asomo al balcón para contemplar
El magnífico atardecer.

En el horizonte puedo ver
como el sol, en su agónica despedida
tiñe de rosas, violetas y naranjas
la bóveda celestial
envolviendo el paisaje con su aura
de colores.

Es como si se resistiera a marcharse,
como si no quisiera dejarnos a oscuras.
Desde el punto cardinal opuesto
se ve llegar, sin prisa, la noche
que despliega suavemente sobre la ciudad
su negra cabellera.

Sin embargo la oscuridad no es absoluta,
hoy se ha puesto de tocado
una brillante luna llena,
e infinitas estrellas salpican el cielo
como mil prendedores diminutos.

El sol que se marcha,
La luna que llega…
Por un mágico instante logran verse, saludarse.
Y el beso que el sol le envía
se plasma en el firmamento
justo al lado de ella
en forma de lucero.

Claudi@ Accotto.