viernes, 14 de agosto de 2009

CUENTO ABALLAY de Antonio Di Benedetto. Críticas a cargo de los integrantes del taller


MERCEDES LAMAS DIJO:
En el cuento “Aballay”, Di Benedetto describe a este personaje como un sujeto que a través de su decisión de hacerse estilita, redimirá el mal que ocasionó a un hombre dándole muerte en una noche de alcohol.
Éste DEBER HACER le proporcionará la libertad a través de la muerte.
Como diría Camus en “El hombre absurdo”: “está dispuesto a pagar…” porque así debe ser. Sin miramientos y con un sinsentido de la vida.
Para Di Benedetto es Aballay una especie de Sísifo, rey de Corinto, condenado por Zeus a llevar eternamente una piedra a la cima de una colina que siempre cae rodando y por tanto su esfuerzo debe recomenzar.
El infierno de Sísifo es el Tártaro y el de Aballay, su vida como estilita en un campo duro y hostil.
Sólo así, enmendará el acto de haber matado. Hombre y caballo se aúnan en el hecho de auto imponerse un castigo que ni siquiera intuye divino.
Si se quiere, hasta una arrogancia tiñe su forma de proceder, situándolo no sólo arriba del caballo sino también de la demás gente.
Su proceder no parece regido por sentimiento ético o divino alguno sino, más bien, por un resarcimiento que sólo será posible con su muerte.
MARÍA CRISTINA BOERI dijo a modo de resumen:
Aballay, personaje creado por el autor Antonio Di Benedetto, vagando atormentado, escucha un sermón. Algo sobre los santos montados en pilastras. Curioso hace preguntas al cura sobre el tema y según su entender, decide llevar el resto de su vida montado en su caballo a modo de expiar su culpa. De hecho, lo logra, hasta su muerte en manos del hijo del hombre que él había matado.
HUGO SELETTI expone:
Personaje fantasioso, supersticioso y extrañamente religioso. Me hizo recordar mis vivencias en el campo con los peones y sus cuentos de apariciones. Relatos que adornaban aquellas duras épocas. Duras y difícil para sobrevivir, mostrando la realidad trágica de aquellos tiempos. Aballay un auto perseguido culposo como el Martín Fierro desde aquel episodio “ Va...ca… yendo gente al baile”. En fin…una épica al estilo barroco de los matreros Purgando sus Culpas y como Expiarlas.-
MABEL DÍAZ, GRACIELA ZECCA Y PATRICIA TORRES hacen su análisis y crítica en euipo:
El personaje vive escapando con un sentimiento de culpa por el recuerdo de los ojos del hijo del hombre que asesinó.
Al enterarse de los métodos de castigo religiosos, él adecua su autocastigo a su conveniencia.
De haberse entregado hubiera perdido su libertad y de haber seguido el castigo religioso no se hubiera podido trasladar a otros sitios, por eso prefirió hacerlo encima de un caballo.
Al ser reconocido por los demás en lugar de ser castigado lo santificaban y le daban sustento.
Dentro de la falta de cultura de Aballay, tenía el convencimiento de estar pagando su culpa, hasta toparse con determinados hechos que le demostraron lo contrario.
Con más culpa por haber alivianado su carga resuelve dejar las comodidades desprendiéndose de los últimos valores materiales que posee.
Al sentirse enfermo, castigado por las inclemencias del tiempo y ver sus fuerzas debilitadas, recurre a la contemplación como necesidad a través de la oración.
Al final del cuento Aballay se topa con la persona que le hacía experimentar el sentimiento de culpa.
Convencido que esta vez no va a matar, sólo atina a defenderse, hiriendo gravemente a su contrincante. El sentimiento de piedad lo hace abandonar su castigo momentáneamente para socorrerlo, encontrando desprevenido la muerte.
En la última frase se plantea la contradicción de no poder seguir pagando la culpa pero a la vez siente el alivio de no tener que hacerlo.
DANIEL GRECO expone a modo de síntesis:
Consultando al cura del pueblo por la forma de hacer penitencia de los escitas, Aballay decide purgar la culpa de haber matado a un hombre delante de su hijo, montando en su caballo y no bajando nunca más. Pasando mil viscicitudes en el proceso de su expiación, recorre un largo trecho hasta volver al pueblo de donde partió como penitente. Ahí lo espera el niño ya crecido, para pelearlo, los dos montados. Con una lanza, Aballay le destroza la boca y lo derriba, desmontando excepcionalmente para auxiliarlo. Desde el suelo, el herido le abre el vientre y Aballay muere con una leve sonrisa en los labios.
MARTA ELENA LASTRA, crítica:
Narración testigo-omnisciente, coloquial. Ambiente costumbrista descrito con exactitud y veracidad. Vocabulario simple no exento de buena dicción.
El protagonista un ser sencillo, ingenuo, crédulo, supersticioso, acosado por remordimientos, exacerbados por el sermón religioso.
Se puede encuadrar en un realismo mágico al estilo de J. María Arguedas, Ciro Alegría, Juan Rulfo, etc y otros escritores sudamericanos.
CRISTINA ZAMORA, síntesis y crítica:
El cuento relata la desventura de un gaucho que en su deseo de expiar el pecado de haber matado a un hombre, decide deambular montado a caballo hasta el fin de sus días por los campos, llanuras, valles, parajes, pueblos y ranchos de la gran zona cuyana. Rico el relato en el lenguaje de palabras con terminologías, dichos y modismos de la gente y gauchos de la zona y de la época. El autor va mostrando su amplio conocimiento de la gama de las costumbres del lugar, en una trama entretenida e interesante con un final de liberación.

domingo, 9 de agosto de 2009

LA HORMIGA VIAJERA por DANIEL GRECO


La hormiguita viajera
sobre la mesa de madera marrón claro
ella va de aquí para allá
(incluso sobre mi libro abierto:
sus páginas son como patios para ella).
Cuando alcanza un ángulo feo
se detiene un momento
y sigue caminando
cabeza abajo.
"La vida de esta hormiga
está en mis manos, ahora"
pienso mientras dejo de leer.
"¿Soy como una especie de dios o
sólo un Miguelito de "Mafalda" agrandado?".
Cuando llega a mi mano
ella evita todo posible contacto conmigo
(se ve que ya sabe cómo viene la mano).
Sólo sé por ahora
sobrevuelan mi mente e
interrumpen mi lectura
algunos pensamientos fórmicos...
Daniel Greco