viernes, 18 de abril de 2008

El tiempo, por Cecilia Jacobo

Mi reloj

El mío.
Como cualquiera.
Como ninguno.
Marca.
Anda.
Exige cual tirano.
Entonces lo sigo.
No quiero pero debo.
Intento pero no puedo.
Está desde siempre.
Y es mi Dios que será.
Me apunta.
Me determina.
Segundea en el cuerpo.
Marca la huella cerebral.
Persiste dentro del alma.
Tic-tac; tic-tac; tic-tac.
¿Qué hora tendrá él para mí?.-



T odo amanece en el nuevo horizonte.

I rremediablemente el todo avanza.

E ntre innumerables ensayos y errores persiste.

M adura sin prisa y sin pausa.

P repotente choca con la curva final.

O caso de un todo: hombre que pretendía inmortalidad.

Cansera, por Daniel Ifrán

Recuerdo que llegaste tarde al taller... ¡como se puede vivir sin respetar los horarios! ¡Para colmo perderse!
Fue el reproche del inconsciente grupal.
Luego irrumpió el sueño vengador...
Las manos empuñan una palanca enorme, hace forzar al humano, gotazas de transpiración explotan del cuerpo, muslos, espalda y rostro escupen agua salada como los ojos empapados de diminutas bolitas dificultan la visión.
Venas moradas a punto de estallar, me esfuerzo para que el yugo gire sin que importe un respirar jadeante.
El cuerpo tirado hacia adelante se prodiga en extremo, el engranaje gigante no lo hicieron detenerse, labios resecos imploran agua fresca. Sin embargo, otra idea o pensamiento latente, hace olvidar momentáneamente ese infierno.
La prioridad está escrita en mente y cuerpo, mandato divino, el reloj no puede detenerse.
Constante y precisa tiene que ser la tarea.
Emulo a Sisifo, castigo sin piedad.
Empujo, giro, tracciono más allá de la muerte.
5' para comer, en 10’ te paso a buscar, 2’’ para salir a escena, pasaron 30’’ y no llegaste, pero 1 hora se murió, 20’’ besandonos, 18’’ tardar los rayos del sol, te matan 2’’ con una inyección letal.
Dos agujas enormes ensombrecen el mundo.

Ahí, por Norma Salinas

Ahí
en el espacio atemporal
cada pincelada vaticinando la calidez de los encuentros.
El esfuerzo sin esfuerzo, la sangre en puja por el proyecto; los
diferentes movimientos de los elementos, girando en el futuro,
ubicados en líneas armónicas dentro del cerebro ansioso.
Las palabras de sonidos alegres, gentiles, alentadoras...
y el olor de la pintura.
Allá afuera todo sigue su curso, quizás nadie puede sospechar que
dentro del recinto con tachos, maderas, polvillo, trapos por olor a tiner,
etc., etc.. Vive un bellisimo sueño.
Un sueño lleno de poesías, versos, cuentos, mate, emociones y
experiencias.
El boceto en blanco negro de otros tiempos, la palidez, comienzan a perderse en el pasado y la pequeña lámpara frotada por más humanos de los que conservan la esperanza, amasan con tenacidad el maravilloso mundo de los sueños.