viernes, 18 de abril de 2008

Cansera, por Daniel Ifrán

Recuerdo que llegaste tarde al taller... ¡como se puede vivir sin respetar los horarios! ¡Para colmo perderse!
Fue el reproche del inconsciente grupal.
Luego irrumpió el sueño vengador...
Las manos empuñan una palanca enorme, hace forzar al humano, gotazas de transpiración explotan del cuerpo, muslos, espalda y rostro escupen agua salada como los ojos empapados de diminutas bolitas dificultan la visión.
Venas moradas a punto de estallar, me esfuerzo para que el yugo gire sin que importe un respirar jadeante.
El cuerpo tirado hacia adelante se prodiga en extremo, el engranaje gigante no lo hicieron detenerse, labios resecos imploran agua fresca. Sin embargo, otra idea o pensamiento latente, hace olvidar momentáneamente ese infierno.
La prioridad está escrita en mente y cuerpo, mandato divino, el reloj no puede detenerse.
Constante y precisa tiene que ser la tarea.
Emulo a Sisifo, castigo sin piedad.
Empujo, giro, tracciono más allá de la muerte.
5' para comer, en 10’ te paso a buscar, 2’’ para salir a escena, pasaron 30’’ y no llegaste, pero 1 hora se murió, 20’’ besandonos, 18’’ tardar los rayos del sol, te matan 2’’ con una inyección letal.
Dos agujas enormes ensombrecen el mundo.

1 comentario:

daniel eduardo dijo...

...¡vaya tiranía la del tiempo y sus subdivisiones!