viernes, 4 de septiembre de 2009

ETERNIDADES FRAUDULENTAS por CLAUDIA ACCOTTO




Para nosotros, poetas y soñadores
poco suponen los estragos del tiempo.
Los minutos vividos, las horas olvidadas,
las palabras dichas, las miradas dadas
transforman el hollín del fuego de la vida
en eternidades fraudulentas
derramándose en palabras
volcadas en un papel.


El amor se hace rocío
el rocío yace en nuestra piel
deslumbrando los ojos
con chispas de luz.


El cielo se convierte a la noche
en un derroche de belleza y estrellas
mientras el aire templado y suave
nos trae el eco de extrañas melodías
envueltas en perfume de flores.


Los sueños decoran las paredes
y el futuro no es más incierto que el presente.
El corazón nos estremece la sangre
con el sonido que hace el agua
al pasar por el surco de la luna
mientras dibujo caricias
en el espejo de tu alma.


miércoles, 2 de septiembre de 2009

LLUVIA ETERNA por HUGO SELETTI



Lluvia eterna
Vientos de gotas
cubren tu mirada
alejada por miedo

Corren nubes blancas
que cortejan al sol
abrazan de noche a la luna
tu rostro deja ver una sonrisa

Ries por locura
No tienes amor
Perenne es tu osadía
Sólo una caricia te calma

Duermes soñando que te aman
Despiertas con lágrimas en tu mejilla
El eretismo recorre tu cuerpo
Y sabes que el amor te alcanzó

Puedes hoy gritar
Puedes hoy bailar
Puedes hoy cantar
Grita, baila y canta que empezaste a vivir.

HUGO SELETTI

lunes, 31 de agosto de 2009

SOPLO DE AMOR poema por Cristina Zamora


Sobre la arena cálida, tendido
miraba una estrella solitaria.
Un viento cordial traía aromas
del huerto de mis penas y alegrías.

Recordaba tu voz…
con la suavidad del ruego
vistiéndome en el hastío
del insomnio del amor
donde el vago resplandor de una luna
daba a mi piel semi-bronceada
la fresca palidez de un nardo.

Un dulce soplo de amor
dejó tu falda aquella tarde
en la que viste mi corazón mendigo
inquieto, tembloroso…, tímido
las nubes pasaron volando
y el sol puso hebras de luz en tus cabellos.

Desde el fondo del arcano
se alzó mi alma desolada
como una brisa vagabunda
huyendo de las tinieblas blancas,
y las hojas mudas testigos
de tu mirada opalina en mí fijada
se ocultaron detrás del sauce que lloraba.

tendiste tu mano
para quitar los despojos
que un viento inquieto
los fue llevando…,
y llegó el sol de la esperanza
a mi conciencia con tu gesto.

Quedó mi corazón de tu perfume habitado
deseé poner a tus pies ramos de acacias,
reunir los besos que te traen las mariposas
ser mirada que no se acaba,
y hacer que las estrellas para ti nevaran.

Y en la aún incierta lumbre de tu alma
entre los soplos del aura
sentí la atracción que de ti emanaba
y llenaba el aire,
me así de ti como si fueras música
y los nardos de angustias
dejaron de gemir.