jueves, 21 de junio de 2012

Brutal desarraigo por SUSANA RADIA






Johana la niña bonita, triste, tan desamparada. Con un enorme desarraigo en su interior. Algo en ella le decía que muy lejos unos brazos extrañaban su presencia, que había amor mas allá de lo que conocía.
Muy pocos recuerdos, que como ráfagas veloces recorrían su mente y se diluían.
Ramalazos de cosas sueltas, una casa blanca, un hermoso jardín con hortensias de colores, una cerca… breves instantes en que todo eso tan hermoso se desvanecía.
Días lánguidos sin sosiego, sin recuerdos, sin besos, sin caricias… solo miradas punzantes, dolorosas como cachetadas. Solo quejas, reproches y humillaciones.
En su cabecita bullía un misterio. Palabras oídas al pasar, frases inconclusas que trataba de unir sin sentido.
 Se debatía entre la cruel realidad de verse obligada a salir todos los días a pedir limosna, avergonzada, desbastada, y sin fuerzas, hasta la sensación de preferir morir, y luego los insultos, las pocas monedas, el gesto mezquino, la invisible caricia, el desamor.

Habitante de las calles, en todas las horas del día, era testigo de abrazos incondicionales, de niños queridos por sus madres, de ese amor  que a ella tanto le faltaba.
El tiempo le hizo preguntarse más de una vez ¿si ella realmente pertenecía a ese lugar? Y esos mínimos recuerdos que se agolpaban, que salían de su interior torturándola.
Soñaba  despierta; un lugar remoto, brazos que la esperaban, alguien con dolor en el alma, llantos…una espera pronunciada. Alguien que ella tal vez necesitara.
El letargo, la sensación de ser amada, de pronto una voz patética cruelmente la volvió a la realidad: -¡la plata!, dame la plata, a ver ¿cuánto trajiste hoy?,¡ ya sabes si no hay suficiente, no hay cena!
Dios,  cuánto tiempo más aguantar tanto desamparo, tanta humillación, tanto dolor carcomiéndole  por dentro. Se preguntaba sí la muerte no era acaso una solución definitiva.
Salió a la calle, caminó hacia las vías del tren que parecían llamarla, las barreras moviéndose lentamente.  Su s pies atraídos como imanes sobre los durmientes, cerró los ojos, sin pensar, sin mirar, sin sentir, sin la nada…
La noche se cerró… las estrellas lloraron.


3 comentarios:

daniel eduardo dijo...

¡beso, susana!

Anónimo dijo...

Muy profundo y por demás de cierto. Imposible no responder tan bello relato. Gracias por compartirlo.......tito

Susana dijo...

Gracias por tu comentario Tito...