domingo, 15 de noviembre de 2009

SIN TÍTULO por JORGELINA MATÍNEZ DELFA


Con el aroma a café impregnado en su garganta y el humo del tabaco perfumando su pijama, toma el diario, lo abre, lee los titulares y da vuelta la página. Sus ojos se encuentran con otros ojos. Pequeños, tristes. Suspira y lee: “Hambre y educación, deudas que ascienden y perjudican”. Sus párpados se cierran y dejan caer una lágrima de tinta negra sobre el rostro del niño.

1 comentario:

daniel eduardo dijo...

algo triste pero algo bueno debe suceder cuando las lágrimas se encuentran. ¿hasta dónde llega la crónica diaria, la transpolación y la empatía? al final, me hiciste emocionar.