Las palabras no nos pertenecen
son repeticiones anexas
en un alfabeto arbitrario.
Elegimos imprecisas armonías
que se dibujan en negro
sobre la blanca descarga
de un papel
que desvela.
La mesa supura
sudores benditos
trasformados en tinta.
Una luminiscencia contradice
las sombras
separadas del dialecto.
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A veces
solo a veces
nos espantamos del resultado.
1 comentario:
me gusta como reflexionás en el poema de una manera tan inmediata, intensa y precisa. ¡besos!
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