lunes, 12 de julio de 2010
A MARTA DÍAZ por CLAUDIA ACCOTTO
Por algún ilógico arrebato del destino
o por un incomprensible designio
de la voluntad divina
transcurren los días en ese inicuo lugar.
La rígida faz de los muros
inflexibles e inviolables
privan de libertad tu cuerpo físico
más no así tu alma
que trasciende y se eleva
como prófuga errante
libre de toda amenaza.
Y te consagras al poema
en el altar de la palabra
buscando luz, buscando aire,
proyectando magia.
Abandonando los gemidos, los lamentos.
Superando la pálida derrota
flotando sobre lo ruin, sobre lo innoble
como un hada de etéreas alas.
Con el coraje de tu fe
enfrentaste la adversidad
con la férrea voluntad de superarte
naciendo y muriendo con cada amanecer
con cada ocaso, marcando tu propia historia.
La voracidad de las palabras
ahuyentó el silencio
ante la dura certeza del poema
rompiendo las falsas cadenas
que te ataban a la amarga y estólida realidad.
La mañana despierta con la tenue aurora
disipando las sombras de la desdicha
derritiendo los glaciares del olvido
con la convicción plena de que la vida
no es sólo la senda recorrida
sino también la que aún queda por recorrer.
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5 comentarios:
Muy bueno,me encanto!!! el día que lo leiste y ahora que lo leo con detenimiento te puedo decir que me encanto. adelante compañera, un abrazo ....tito
¡muy lindo y conmovedor!
maravilloso claudia, lleno de imagenes bellisimas, una poema para el deleite!
besossssss
maravilloso claudia, lleno de imagenes bellisimas, una poema para el deleite!
besossssss
buenisimo.
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