“Crítica sobre el relato de: El Escribiente” por CRISTINA ZAMORA
El Escribiente es una narración en la que Hernán Melvilla cuenta la experiencia de un abogado de Wall Street sin ambiciones, que nunca arengó ante a un jurado ni buscó aplausos del público y procuró siempre que nada perturbara su paz.
Con un trabajo rutinario y seguro, abundante y próspero.
Todo lo que narra sucede en su oficina la que comparte con dos empleados: Turkey y Nipper como copistas más un mandadero Ginger Nut, que junto a él comparten cada uno a sus singulares modos una rutina llevadera y tranquila. Hasta que un día por exceso de trabajo decide poner un aviso en el diario buscando más ayuda para sus escribientes. Respondiendo al mismo se presenta en la oficina un joven de aspecto tranquilo llamado Bartleby, al que emplea.
Comienza allí una odisea de asombro del abogado en este breve relato. Sucesos inesperados relativos al nuevo escribiente el que con una frase peculiar como “PREFERÍRIA NO HACERLO”, le desbarajusta todo el orden y esquema en la oficina, el trabajo y en su vida también… en la armonía en la que siempre trató de vivir.
Este personaje de Bartleby es digno de un estudio para Psicólogos ó Psiquiatras por lo compleja y extraña que puede llegar a ser la mente humana y la soledad y abandono que puede sentir una persona.
El relato lleva al lector a ponerse en una situación de colocarse en el lugar del abogado y preguntarse… ¿qué haría él ubicado ante esa situación?
Cristina Zamora 30/04/2010
CRÍTICA DE GRACIELA ZECCA
En el cuento de Melville, Bartebly encuentro un profundo estudio sicológico sobre el accionar de las personas, encarnados en estos personajes.
El abogado, un hombre de posición cómoda, sobrecargado de trabajo se ve obligado a tomar un nuevo empleado como escribiente, y a partir de ese ingreso, comenzaran a suceder con el pasar de los días acciones que cambiaran el clima reinante.
Sí bien al principio Bartebly es un buen empleado, no obstante llama la atención de su jefe cuando dice: “que le agrada que sea un empleado eficiente pero mas le agrada si pusiera alegría en lo que hacía, y no un trabajo mecánico y silencioso.”
En esta frase salta el primer indicio, que el trabajo silencioso y mecánico del individuo, con el tiempo se acrecienta provocando una total aislación y una conducta antisocial.
Con una actitud pasiva y silenciosa, que lo transforma en una parte del mobiliario.
En esta transformación, lo veo como una metamorfosis, de persona a mueble, de mueble a nada.
El abogado actúa en muchos de las acciones que se presentan, con temor. Al principio siente pena, piensa que si lo despide por no cumplir con sus obligaciones o tareas requeridas, con la forma de actuar de Bartebly no duraría en ningún trabajo. Por ello se transforma en un paciente jefe, que trata por todos los medios de hallar soluciones superfluas a este comportamiento indebido. Tratando que razone con respecto a su actitud negativa, o buscando consulta de apoyo a los otros empleados, lo cual lo convierte en una persona que duda de su postura ante los hechos.
Y viendo que este accionar de a poco ira contagiando a los otros, por lo que el clima se ira enrareciendo.
El abogado figura principal del cuento, es el que sufre la alteración de su conducta, trastocando su vida normal, que comienza a girar en torno a lo que hará o dejará de hacer ese día el empleado, llegando a inventar hipótesis y situaciones.
Se baja más de una vez de su cargo de dueño y jefe del estudio jurídico, demostrando no tener autoridad y viendo poco a poco socavado su accionar tras situaciones imprevistas.
La falta de autoridad y no tomar determinaciones drásticas, lo lleva a mudarse de oficina, para deshacerse del empleado y no sentir un cargo de conciencia si lo despedía.
En cierta manera Bartebly con su resistencia pasiva y obstinación logra dominar a su jefe y adueñarse de espacios de su mente y del entorno físico.
En muchos aspectos la compasión es fundamental, implementada por el jefe, ante situaciones que merecían despidos o desalojos cuando Bartebly ya vive en la oficina, sin embargo, lo ve desde el ángulo del individuo solitario, sin familia ni amigos y lo centra en una Wall Street desolada y desahitada los fines de semana, que lo fagocita en su desamparo total de afectos.
En síntesis Bartebly es un empleado que no aprendió a refrenar sus instintos innatos antisociales y no tuvo un proceso evolutivo individual, por lo que lo lleva ante un conflicto a evadirlo con la repetida frase: “preferiría no hacerlo” no salir del entorno y del trabajo mecánico, llegando a su pasividad total ya que prefiere no hacer nada que altere su situación.
Como conclusión final, la vida de Bartebly y su proceder terminará siendo un gran misterio
Crítica personal de NORMA SALINAS
Según mi ojo poco crítico
Una parte de nuestro ser en algunas ocasiones se comporta como Bartleby.
El desinterés al punto de dejar los ojos quietos aún al momento de la muerte, denotan un apagarse sin resistencia, sin buscar siquiera un final, dejando que todo ocurra sin aplicar el menor esfuerzo.
El límite de la desidia como toda respuesta al mundo que lo rodea y la carencia de autoestima se ven reflejadas en este personaje.
Esta actitud compromete al contexto que se ve conmovido.
Quizás por no comprender a Bartleby?
O quizás por la estructura que no deja lugar a la comprensión?
CRÍTICA DE PATRICIA TORRES
El escribiente, pálido e inexpresivo, con su absurda fórmula, logra que el abogado que lo contrató para hacer el trabajo de copista, se enfrente a todos sus mejores y peores sentimientos.
La inamovible postura y la inactividad de aumento progresivo de su empleado, le genera impotencia llevándolo a los pensamientos y las conductas más extrañas.
En un primer momento, la repetición de la fórmula lo toma por sorpresa y aunque es ajena a su entendimiento, supone que el escribiente cambiará la postura. Esto no sucede, el abogado ante su propio asombro, va pasando por diferentes estados, por momentos lo acepta creyendo que es su misión salvarlo, como si un designio divino se lo impusiera, en otras instancias, entiende ciertos casos en los que se acude al asesinato frente a la imposibilidad de encontrar una salida.
Se enfrenta también a la contaminación del lenguaje a causa de la repetición de la frase: “preferiría no hacerlo” ya que él y el resto de sus empleados la utilizan en forma inconciente. Soporta opiniones y sugerencias sobre el modo en el que debería actuar para salir airoso de tal situación.
La falta de lógica en la obstinación de su postura, lleva a Bartleby a elegir la muerte como consecuencia, luego de haber quitado al abogado la tranquilidad de la que disfrutaba por propia elección.
CRÍTICA DE VÍCTOR A. GARCÍA
Al leer Bartleby de Herman Melville, una historia de Wall Street, -centro mundial del capitalismo- no nos podemos apartar del momento histórico de su desarrollo.
Una relación laboral, que, por una negación sistemática de un empleado, pasa al campo donde entra a jugar el factor humano.
El autor mimetizado con su época, es un buen observador de las conductas sociales, es por eso que utiliza al escribiente como apoyo y desarrolla la historia remarcando las contradicciones que tiene el sistema imperante. Cosa que lleva magistralmente en la personificación del abogado-patrón y demás empleados.
DETALLES:
Tomar a un empleado, casi sin saber quién es-como lo hace el abogado- deja en claro, que lo único que interesaba, es que haga su trabajo y punto.
¿Qué hacer ante una actitud de rebeldía laboral? Porque a prueba manifiesta, las primeras negaciones de Bartleby suenan a eso..
El escribiente le refuto la autoridad y lo puso en conflicto. Sus compañeros, domesticados por el sistema, reaccionan ante la premisa que la voz del patrón no se discute ni cuestiona, incluso ofreciéndose para castigarlo.
El autor retrata la historia en el contexto que se desarrolla, siempre hay que tener en cuenta que régimen impera en ese momento para comprender actitudes y conductas.
La culpa y los afectos que puede sentir el abogado por su empleado lo frenan a despedirlo directamente, pero a falta e solución opta por el abandono, que no es más que otra forma de despido, de sacarse el problema de encima.
Tomar al escribiente como único responsable, es una actitud propia de la Sicología Idealista, que consiste en analizar al pobre como responsable y esconder al culpable, ya que para ellos, las personas servimos mientras producimos.
El reflejo de ésta afirmación se manifiesta cuando el estado capitalista en vez de llevarlo a un Psiquiatrico actúa en consecuencia y lo encarcela hasta su muerte.
¡Genial Melville!Al mostrarnos como interactúa en una relación lo humano y lo laboral.
Con un relato atrapante hasta el final, donde el conflicto se apodera de la obra.
¡Altamente recomendable!
CRÍTICA DE SUSANA RADIA
La historia de este personaje llamado Bartleby, a mi entender es tan desconcertante como insólita, es el límite del absurdo absoluto.
Trastorna todo lo que rodea, su caballito de batalla preferiría no hacerlo se convierte en algo tan negativo como irreal.
A veces el no quiero valoriza el quiero, pero no es su caso, el abogado en ciertos momentos quiere transformar su dolor en algo positivo pero no puede, es como chocar con un muro.
Como si su final al ser tan conmovedor, fuera anunciado, nada ni nadie podría impedirlo, esa era su única realidad, vivió con ella y también sucumbió con ella.
CRITICA DE MABEL DÍAZ
El escribiente y la metamorfosis
En mi humilde opinión, entre Baterbli, el empleado, y el exitoso abogado de Wall Street, su jefe, ambos personajes de la novela El Escribiente, se va gestando una contradictoria y a la ves clara, situación de metamorfosis, forzada tal vez la convivencia laboral, jornadas, que muchos sabemos por experiencia, suelen resultar tediosas, que pueden llegar a sumergirte en un cruel estado de indefensión, a veces se despierta en uno el deseo rebelarse y disfrutar de tan solo un instante de libertad, es probable que esta actitud te conlleve a querer instalarte en la vida de otro, pensando, erróneamente, es mejor que la nuestra.
Baterbli, hombre amable, muy eficaz en su trabajo, de honrados principios, se transforma en un personaje egoísta e inalienable, lesionado en su capacidad de dar o recibir, ignorando todo sentimiento de afecto. En la contracara se encuentra el abogado, profesión catapultada como inescrupulosa, perteneciente a los hombres de negro, curiosamente, demuestra una infinita capacidad de amor hacia el prójimo, al preocuparse por el bienestar de su empleado y dejando asombrado a todo aquel que fuera testigo en su empeño, haciendo trastabillar esa vieja teoría.
Quizás, el rigor de la rutina hizo que ambos se fueran transmutando, al mirarse cotidianamente en el espejo que tienen enfrente.
El abogado, supuestamente, frío y calculador se recicla en un hombre bondadoso
El empleado, en un hombre desprovisto de conciencia, a tal punto de ignorar la mano que le da de comer y prefiere morir al descubrir que el cambio no estuvo acorde con sus principios.
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