viernes, 3 de julio de 2009

ELLA BAILABA SOLA por CECILIA MUÑOZ

Ella bailaba sola cuando perdía la cabeza. No era por eso que todos los hombres se enamoraban. Sobre todo Rogelio, pobre Rogelio. Un día ya no supo hacer otra cosa más que rascarse la espalda con un palillo de madera. Y ella bailaba en la madera, y los tacones componían una música violenta, audaz y vacía. Sus ojos negros equivalían a dos cristales rotos por la impaciencia de no saber qué hacer un domingo por la tarde, ni un lunes por la mañana. El médico no estuvo mucho tiempo aquella noche, sólo el necesario para ayudarla a irse. Rogelio se acordaba de la primera vez que la vió, en una esquina, con un tapado de paño negro, medias cancanes y botas. La bufanda colorida que dejaba asomar solamente la nariz y los ojos de aquella joven mujer daba varias vueltas alrededor del cuello contracturado por el frío otoñal. Con el cigarrillo apagado en una mano y con la otra en el bolsillo no le pidió fuego, como él esperaba. Ese cigarrillo nunca lo encendió. Durante días y noches Rogelio intentó inventar su sonrisa, y la imaginaba radiante como la de una adolescente. Con el tiempo conoció sus lágrimas, y sus pesares, dolorosos pasares de una vida confusa. Ahora sólo recuerda el sonido de aquel zapateo, que retumba en su memoria como el motor de un auto encendido desde hace años. Ella no se va de su cabeza, y Dolores nunca lo olvidaría, de no ser porque ya estaba muerta.
CECILIA MUÑOZ

3 comentarios:

Patricia Torres dijo...

¡ muy buen texto Chechu!

Anónimo dijo...

Gracias Patri! Beso grande!!
Chechu

daniel eduardo dijo...

¡mucho misterio y sensualidad!